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PROGRESO EN SU ENFERMEDAD.

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y al siguiente día dió sus dos cursos, permaneciendo hasta el fin fiel á sus compromisos, pero al hablar era tal la fatiga, que fué seguida de una sugunda hemorragia. Se puso entonces seriamente enfermo, y se preguntaban si pasaría la noche. La pasó y se repuso un poco. Durante su convalecencia fué nombrado para una posición pública muy importante: la de director del Museo Industrial de Escocia, lo que agregaba un trabajo considerable á todos aquellos que le imponía su título de profesor de tecnología.

A partir de ese instante, su «< querido Museo », como le llamaba, absorbió todo lo que le quedaba de energía. Mientras se ocupaba activamente en coleccionar modelos y muestras para el Museo, empleaba los momentos desocupados en hablar en los asilos, las iglesias pobres, y las sociedades de misiones médicas. No se daba descanso alguno, ni de espíritu, ni de cuerpo, y « morir en el trabajo » era la suerte que envidiaba. Su espíritu resistía siempre, pero su pobre cuerpo fué forzado á declararse vencido, y una terrible hemorragia, á la vez del estómago y de los pulmones, le obligó á interrumpir sus trabajos '. «< Durante un mes ó cuarenta días, escribió, (1 qué terrible cuaresma!) el viento, que soplaba geográficamente de la Arabia Feliz, parecía venir termométricamente de Islandia, la maldita. He sido hecho prisionero de guerra, herido por un carámbano en los pulmones, he tiritado y he ardido alternativamente durante una gran parte del último mes, y he tosido y escupido sangre hasta que

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sangre, es sangre arterial. No me puedo equivocar; esta gota es mi sentencia de muerte. Debo morir! » — (Vida de KEATS, por HOUGHTON.)

Pero en el caso de Jorge Wilson, la sangre vino primero del estómago, aunque sufrió después, como Keats, de hemorragias en los pulmones.

Wilson dijo después, hablando de las Vidas de Lamb y de Keats, que acababan de aparecer, que las había leído con suma tristeza, y agregó: «Hay en el noble y fraternal afecto de Carlos, algo que ilumina, alivia y santifica esa tristeza, ¡ pero el lecho de muerte de Keats aparece sombrio como una noche en la cual no penetra una vislumbre de luz ! »

1. Los doctores que le habían cuidado la primera vez confundieron la hemorragia del estómago con una hemorragia de los pulmones, y el escribió: No hubiera sido sino un pobre consuelo tener por epitafio:

Aquí reposa Wilson, sorprendido por Nemesis,

No murió de Hemoptisis, pero sí de Hemoptemesis. »

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PERSEVERENCIA DE WILSON.

darme blanco. Hoy me hallo mejor, y mañana doy mi lección de clausura (sobre tecnología) considerándome feliz por haber podido cumplir el propósito, á pesar de todas mis dificultades, de continuar mi curso hasta el fin en la facultad de artes, sin haber faltado jamás 1.»

¿Cuánto tiempo debía durar eso? Él mismo principiaba á sorprenderse, porque desde hacía largo tiempo había sentido que la vida se iba. Finalmente, se puso á languidecer, fatigado, é incapaz de trabajo alguno; para escribir una carta, le era necesario un penoso esfuerzo, y le pareció que «acostarse y dormir era la sola cosa deseable. » Entre tanto, poco después, y para ayudar á una escuela dominical, pudo aún escribir sus Fives Gateways of Knowledge, bajo la forma de una pláctica, de la que más tarde hizo un libro más completo. Recobró la suficiente fuerza para permitirle continuar sus cursos en los Institutos de que formaba parte, y en varias ocasiones emprendió hasta el trabajo de los otros. « Se me cree medio loco, escribía á su hermano, porque, prevenido á última hora, he tomado el puesto de un profesor ausente y he hablado sobre la polarización de la luz...... Pero amo el trabajo, es una debilidad de familia. » Después vino un malestar crónico, noches sin sueño, días de sufrimientos, y esputos de sangre más fuertes. «< Los únicos instantes en que no sufro, decía, son aquellos en que doy mis conferencias. >> En este estado de postración y de enfermedad, ese hombre infatigable quería escribir la Vida de Eduardo Forbes; y la hizo como todo lo que emprendía, con un talento admirable. Enseñaba siempre, y fué encargado de disertar ante una asamblea de maestros, sobre la importancia de la ciencia industrial en la educación. Después de haber hablado durante una hora, dejó decidir á su auditorio si debía continuar ó no. Se le respondió con un entusiasmo tal, que prolongó su discurso aun media hora más. « Es una sensación extraña, escribía en esa ocasión, tener un auditorio que uno puede amoldar á su modo como arcilla entre sus manos. También es una terrible respon

1. Memoir, p. 427.

2. Las cinco puertas de la ciencia.

SU AMOR AL TRABAJO Y AL DEBER.

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sabilidad... No quisiera hacer creer que soy indiferente á la buena opinión de los demás, lejos de ello, pero me inquieto mucho menos de obtenerla que de merecerla. Antes no era así. No deseaba elogios inmerecidos, pero era fácilmente convencido de que los merecía. Hoy, la palabra Deber me parece la más grande que hay en el mundo, y ella gobierna todas mis acciones serias. >>

Esto fué escrito cuatro meses antes de su muerte. Un poco más tarde agregaba : « Tejo el hilo de mi vida, de semana en semana más bien que de año en año. » Constantes hemorragias pulmonares vinieron á minar las pocas fuerzas que le quedaban, pero no pudieron impedir que aun diera clases. Uno de sus amigos le divirtió mucho proponiendo darle tutores para vigilar su salud. Pero no quería ser trabado en su trabajo mientras le quedara un resto de fuerza.

Un día, en el otoño de 1859, volvía de su conferencia acostumbrada en la universidad de Edimburgo, con un dolor violento de costado. Apenas se pudo arrastrar sobre las gradas de su escalera. Los médicos llamados declararon que tenía una pleuresía y una inflamación de los pulmones. Su naturaleza debilitada era incapaz de resistir á semejante mal, y se fué apaciblemente al cabo de algunos días, hacia el reposo que deseaba tan ardientemente:

Wrong not the dead with tears.

A glorious bright to morrow

Endeth a weary life of pain and sorrow1.

La vida de Jorge Wilson, referida por su hermana con tanto corazón como talento, es quizá una de las relaciones más extraordinarias que se pueden encontrar en la literatura. No es más que una larga continuación de sufrimientos, soportados con una incomparable energía en la ayuda de un trabajo persistente, noble y útil. Toda su carrera no fué más que la aplicación prolongada de las líneas que dirigió á la memoria de su amigo el

1. Ahorrad á los muertos vuestras lágrimas egoístas, porque un glorioso y brillante mañana termina una vida penosa de sufrimientos y de pesadumbres.

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VERSOS DE WILSON Á REID.

doctor Juan Reid, hombre de un corazón grande, como él, cuya biografía escribió:

Thou wert a daily lesson

Of courage, hope, and faith;
We wondered at thee living,
We envy thee thy death.

Thou wert so meek and reverent,
So resolute of will,

So bold to bear the uttermost,

And yet so calm and still1.

1. Fuiste cada día ura lección de valor, de esperanza, y de fe. Viviendo nos causabas admiración, y tu muerte nos causa envidia. ¡ Fuiste tan dulce y tan ferviente, tan resuelto de voluntad, tan firme para soportarlo todo, y sin embargo, tan apacible y tan sereno ! »

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Se ha dicho que del éxisto que se tiene en este mundo, el temperamento tenía en ello una parte tan grande como los talentos. Cualquiera que seà la verdad de este aserto, es seguro que, la felicidad del hombre depende sobre todo de la ecuanimidad de su índole, de su paciencia, y de su tolerancia, de su bondad, y de la solicitud que tiene por los que le rodean. Lo que decía Platón es muy cierto : buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro.

Hay naturalezas tan felizmente dotadas, que en todas partes saben hallar el bien. Para ellas, las calamidades mayores tienen aún su motivo de consuelo y de goce, y no hay cielo tan obscuro en que no puedan descubrir un rayo de sol que lo atraviesa, ya sea de una parte ya de otra, y si el sol no está visible para ellos todos los días, se consuelan con la idea de que está ahí, aunque velado para ellos con algún propósito bueno y sabio.

Esas afortunadas naturalezas son envidiables. Tienen en su mirada un brillo de placer, de satisfacción, de piadosa alegría,

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