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SR. MORUA DELGADO: Yo no diría nada respecto del dictamen presentado por la mayoría de la Comisión, si el señor Estrada Mora no hubiera comenzado diciendo que aquel dictamen empieza usando una fraseología de señuelo, para que el Senado caiga en la asechanza y vote a favor del informe. Ahí no hay señuelo de ninguna clase, ahí lo que hay son verdades incontestables, que se manifiestan á todo el que quiera verlas, y si el señor Estrada Mora no las ha visto, es seguramente porque no ha querido verlas.

No es verdad, señores senadores, que la introducción libre del papel especial para esos periódicos en Cuba, grave en nada á la fábrica de Puentes Grandes; porque en distintas ocasiones las empresas periodísticas han acudido á ella pidiéndole ese papel, y se les ha dicho que no era posible facilitarles la mercancía que solicitaban. En determinada ocasión, á uno de esos mismos propietarios de periódico. le prometió la fábrica de Puentes Grandes surtirle del papel que consume y que se fabrica en los Estados Unidos, y prevaleciéndose aquella empresa industrial de la situación en que se encontraba, sirviendo de mediadora para la importación de ese papel, se lo traía en condiciones tales, que le resultaba más caro que cuando lo importaba directamente, y los dueños del perió fico se vieron obligados á defenderse de la ruina á que se les llevaba.

Yo no sé si hace veintidos años que «La Lucha» le compra el papel á la fábrica de Puentes Grandes; pero estoy completamente seguro de que no hace veintidos años que le compra la clase de papel de que se trata, porque bastante tiempo después fué cuando «La Lucha» adquirió la prensa en que se imprime esa clase de papel.

recibirlos el señor Estrada Mora los deja en una esquina del bufete sin pasarles la vista, ó los lee sin interés alguno, maquinalmeute, á no ser que algún suceso especial le mueva á adquirir cualquiera inteligencia local? Oigo que á media voz un senador, (el señor Zayas) muy dado á las cuestiones públicas y muy amante de estudiar el proceso de los adelantos del país, me dice que así lo hace á menudo. Yo he sido periodista, conservo el más puro afecto á la profesión y á mis ant guos compañeros, y sin embargo, hago en muchas ocasiones lo mismo que el señor Zayas. Pero, yo entiendo que no hay necesidad de realizar un esfuerzo inmoderado, para convencer al Senado de que hace una buena obra protegiendo á nuestra prensa diaria, la única que merece el título de prensa periódica, porque es la que aquí circula con regularidad, la que nos trae constantemente las noticias del universo, la que debe ser colocada en condiciones de que pueda abaratarse para el pueblo, de manera que si ahora son doc ó catorce mil los compradores de periódicos diarios, sean luego, por lo menos, la mitad más, porque no siempre todos los que leen periódicos tienen cinco centavos para comprar un ejemplar, y porque sería una vergüenza para los representantes cubanos. oponerse á una concesión que servirá para aumentar la difusión de los conocimientos humanos en nuestro pueblo, por el abaratamiento del periódico, es decir, el libro inmenso, interminable, repartido en páginas, por entrega diaria, entre las clases populares de la República. Todas las naciones civilizadas se han preocupado siempre, en sus momentos de más genuina inspiración progresista, en el mejoramiento de sus medios de publicidad, convencidas de que nada valdrían los adelantos intelectuales, los descubrimientos de la filosofía y las aseveraprofusa manifestación y activa propaganda que les proporciona la imprenta bien reglamentada, y al alcance cómodo de todas las fortunas. El periódico debe circular de manera que impida al transeunte el paso, mientras éste no le dé un centavo. Esa fué á mediados del siglo pasado una de las cuestiones más reñidas en el parlamento de Inglaterra, cuando todavía pugnaban las tinieblas del oscurantismo por mantener su imperio en el siglo de las luces. Y ha de ser indiscutiblemente en Cuba ese progreso de tan inmenso beneficio, como lo fué hace tiempo en Inglaterra, la nación institutora de la prensa barata, que es una de las mas fructuosas conquistas de la civilización moderna. No creo que el señor Estrada Mora quiera defender entre nosotros un procedimiento tendente á entorpecer la cultura de las clases menesterosas, comenzando por hacerle del periódico un manjar inalcanzable.

Pero, señores, es tan mínima la cantidad que dejará de percibir el Tesoro, y es tanto el beneficio que ha-ciones de la ciencia, sin los apropiados medios de brán de obtener esas empresas periodísticas, beneficio que habrá de redundar en bien del país en general, que no vacilo un instante en pediros vuestro voto á favor del dictamen. Esas empresas periodísticas son las que en realidad constituyen la prensa de la República. Por cerca de un cuarto de siglo, he sido miembro activo de la prensa, y la experiencia adquirida me autoriza para decir al señor Estrada Mora, que no es cierto que esa serie de pequeños periódicos que se publican en Cuba constituya la base, el fundamento de la prensa cubana. Yo tambien he tenido mis épocas en que he publicado más de uno de esos periódicos, que son como infusorios que nacen, procrean y mueren en una misma hora. Sé lo que cuestan y hasta lo que valen, que en determinadas circunstancias no es poco; pero aunque fueran mayores los méritos de su oficio en las vastas funciones del periodismo, no serían bastantes para que por ellos sea desechada la concesión que se solicita para la prensa diaria y de información. Esa infinidad de periódicos pequeños, de revistas informales, de publicaciones, en fin, que deben su existencia generalmente al capricho de apasionamientos malsanos, ó al ó al desbordamiento de la vanidad y la estulticia, no constituyen prensa cubana, ni contribuyen, ni contribuyen, por tanto, á la ilustración del país, sino esos otros periódicos doctrinarios y de información, no tres ó cuatro, como erróneamente asegura el señor Estrada Mora, sino muchos más que diariamente nos ponen el mundo en la mano. ¿Acaso va el señor Estrada Mora á buscar en esos periódicos pequeños, bien sean de nuestros barrios urbanos, ó bien de las comarcas rurales, las noticias que le permitan aquilatar el avance universal de las ideas y del pensamiento humano? ¿No ha ocurrido nunca, ó mejor dicho, no ocurre siempre, que al

la

Las actuales empresas periodísticas pueden, con la libre entrada del papel, engrandecerse y desarrollar su capacidad productora; y al mismo tiempo, el acuerdo que recomienda la Comisión en su dictamen, tiende á procurar el engrandecimiento de las otras empresas periodísticas menos holgadas, por la facilidad de obtener el papel para sus ediciones; porque con una simple combinación económica, pueden, sin grandes esfuerzos, al cabo de un año, colocar su industria en análogas condiciones á las de esas empresas, contra las cuales tan inmerecidamente combate el señor Estrada Mora.

SR. PRESIDENTE: Tiene usted tres minutos para hablar, señor Morúa Delgado.

SR. MORUA DELGADO: Voy á aprovecharlos, señor Presidente, para decir que no pueden hacer efecto en el animo del Senado los ataques que un periódico cualquiera haya podido dirigir al señor Estrada Mora; por

que eso no puede influir en nuestras decisiones, como tampoco debiera influir en las personales determinaciones del señor Estrada Mora. En distintas ocasiones, los periódicos han llamado ilustre y distinguido por muchos motivos, al señor Estrada Mora, y de seguro que eso no ha sido causa de un desusado regocijo para nuestro estimado amigo y compañero. ¿Por qué, pues ha de perder ahora su habitual equilibrio porque le Ilamen otra cosa menos agradable, ó completamente desagradable? Eso no vale la pena; lo que sí lo vale es el engrandecimiento del país y el engrandecimiento del país consiste en que todas y cada una de sus empresas aumenten sus utilidades, y tengan una decente remuneración sus empresarios y trabajadores todos; no quiera ¡por Dios! el señor Estrada Mora, que los periodistas cubanos arrastren la penosa existencia de los mendigos de levita, de los menesterosos vergonzantes que piden á los parques asilo para dormir en las altas horas de la noche, y alimento y recursos á sus amistades en todas las horas del día; no se oponga el señor Estrada Mora á que con su pluma y su talento, puedan los periodistas laboriosos ganar modestamente el sustento de la vida, aunque no logren nunca sostenerla con el merecido regalo que al señor Estrada Mora le permiten las utilidades de su acreditado bufete.

SR. ESTRADA MORA: Pido la palabra para rectificar. SR. PRESIDENTE: Tiene la palabra, para rectificar,

el Sr. Estrada Mora.

SR. ESTRADA MORA: El Sr. Morúa no ha combatido ninguno de los extremos de mi voto particular.

SR. MORUA DELGADO: (Interrumpiendo.) Pero he defendido el mío.

SR. ESTRADA MORA: (Continuando.) Porque los señores senadores han podido observar por el proyecto de ley, que el objeto de la franquicia, como dije antes, es favorecer la cultura del país. abaratando el periódico para que pueda ser leído por el mayor número de individuos, y ya sostuve antes que lo mismo favorecen á la cultura del país esos periodiquitos á que se refiere el Sr. Morúa, y que viven como infusorios, omo esos cuatro que viven como gigantes, y por tanto no hay razón ninguna para conceder franquicias arancelarias á cuatro empresas, con perjuicio de otras en gran número; y además, porque es muy fácil realizar, no el fraude, porque el papel que se importa en bovinas sería el único que vendría libre de derechos; pero sí la anulación de otras pequeñas industrias, que son esos pequeños periódicos. Acapararán esa impresión todos los periódicos grand s que tienen máquinas modernas, perjudicando á muchas imprentas que están viviendo de los pequeños periódicos, y á los cajistas empleados en esos talleres. Pero la consideración más importante, que no mencioné antes, y que el Sr. Morúa tampoco ha mencionado, es que se va á producir una merma para el Estado en cantidad no menor de diez y seis mil pesos anuales, merma que va á realizarse única y exclusivamente, por cuatro empresas periodísticas; merma de la que no van á disfrutar más que cuatro empresas periodísticas, porque el abaratamiento del periódico no depende en gran cosa de esa franquicia, y por tanto no será en beneficio del pueblo que lee.

El periódico El Mundo contiene ocho páginas diarias y cada ejemplar se vende al precio de tres centavos. El periódico La Discusión ofrece también ocho páginas, y cobra por cada ejemplar cinco centavos; y según antecedentes que yo tengo, el papel que consume el periódico La Discusión cuesta solamente un centavo. Y hay que fijarse, según esos datos, que para que esas empresas periodísticas realicen una ganancia extraordinaria, ó suficiente, ne

cesitan producir mucho periódico, necesitan que haya mucho pueblo que lea periódico; y esto no sucede en Cuba todavía, porque el señor Morúa Delgado, y los demás señores senadores, no deben olvidar que, según el último censo, el del año 1899, la población de Cuba se compone de un millón quinientos mil y pico de habitantes, y de ese millón y medio de habitantes hay 11,844 analfabetos. Descontemos los niños, los ciegos y otras personas que no pueden leer periódicos, y entonces resulta que no es posible, racionalmente, que haya en Cuba empresa periodística que pueda producir, mejor dicho, que pueda vender, la elevada suma de ejemplares que necesita editar para realizar una ganancia crecida...... SR. PRESIDENTE: Sr. Estrada Mora, faltan dos minutos

.....

SR. ESTRADA MORA: Voy á terminar. Con arreglo al arancel anterior, pagaba el papel en bovinas la cantidad de seis p sos de derechos los cien kilos. y el Gobierno interventor rebajó esos derechos. De modo, que se ha concedido un beneficio en favor de esas empresas periodísticas: esos derechos quedaron reducidos, desde entonces, á dos pesos cincuenta centavos los cien kilos, derechos que son los que actualmente rigen.

Delgado, yo debo decir lo siguiente. El Sr. Morúa En cuanto al último extremo que trató el Sr. Morúa Delgado decía, contestando á frases mías, que yo no me alegraba cuando por la prensa se me llamaba ilustre......

SR. MORUA DELGADO: (Interrumpiendo.) No, no he dicho eso. Lo que he dicho es que al Sr. Estrada Mora no debían importarle los ataques de la prensa como no le importaría que le llamaran ilustre.

sí me importan, deben importarme, porque entiendo, SR. ESTRADA MORA: (Continuando.) Pues si señor, sobre todo, que el director de un periódico que se titula cubano para el pueblo cubano, debe, por lo menos, tener el respeto que se merecen las opiniones que pueda sustentar cualquier senador, y no debe tomar para pretexto de un ataque ó de una injuria ó de una calumnia, el hecho de que ese senador no se preste á hacer á determinadas empresas los servicios que pudiera prestarle en cualquiera otro terreno de la vida,pero nunca en mi condición de senador,-porque yo entiendo que es inicuo para mi país aprobar esa ley, y en contra de ella he de votar; y debo agregar que antes dije que me importaban los ataques de determinado periódico, pero ahora debo rectificar, lo que me sucede es que me duele que se proceda de la manera que en este asunto se viene procediende' un periódico que se titula "para el pueblo cudo, y me duele como cubano, sobre todo por tratarse

bano."

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pido que discutir esta noche enmienda por enmienda. | do, señor Presidente, por eso no propongo á mi vez alSR. PRESIDENTE: ¿El Senado está conforme que go que quería que se resolviese. mañana se cumpla lo que tenemos acordado respecto á la distribución del tiempo?

SR. CABELLO: No hay quorum para tomar ese acuer

SR. PRESIDENTE: En ese caso, se levanta la sesión para terminarla mañana á la hora de costumbre. (Hora: las nueve menos cinco minutos p. m.)

IMPRENTA DE RAMBLA Y BOUZA,OBISPO 36.

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Trigésima sexta sesión ordinaria.-17 de julio de 1903.

Presidencia del Sr. Luis Estévez y Romero.

SUMARIO

Se lee y aprueba el acta de la sesión anterior.-El señor Cisneros solicita que (antes de entrar en la discusión de los asuntos pendientes) se declare el Senado en sesión permanente.-El señor Frías pide que se fije la orden del día.-Es rechazada la proposición del señor Cisneros.-Se aprueba la del señor Frias. -Mensaje del Presidente, solicitando el nombramiento de una Comisión para contratar el Empréstito. -Se acuerda de conformidad.-Proyecto de ley, concediendo un crédito de 100,000 pesos para la traslación del Presidio.-Continúa la discusión de la Ley Electoral.

A las cuatro horas y cincuenta y ocho minutos de la tarde, y bajo la presidencia del señor Luis Estévez y Romero, comienza la sesión. Ocupan las secretarías los señores José Antonio Frías y Tomás Recio y Loynaz. SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Še abre la

sesión. Désele lectura al acta de la sesión anterior. (Se leyó el acta, y el Senado le dió su aprobación.) SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO). -¿Algún señor senador quiere hacer uso de la palabra? SR. CISNEROS.-Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Cisneros.

SR. CISNEROS.-Propongo al Senado que antes de entrar en la discusión de los asuntos pendientes, nos declaremos en sesión permanente, hasta que se resuelvan ciertos particulares que reclaman verdadera urgencia.

SR. FRÍAS.-Pido la palabra.

decir t'ene, señores senadores, que con tai procedimiento resultan acordados proyectos de suma importancia, sin la deliberación necesaria. Para que no suceda semejante desastre, para que en los debates puedan aducirse, con toda calma y serenidad, los razonamientos de cada cual, en pro ó en contra del asunto que se discuta pido al Senado que se señalen de antemano las cuestiones que han de someterse á la resolución de este cuerpo.

SR. CISNEROS.-Lo que se propone por el señor Frías es completamente opuesto á mis deseos

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SR. FRÍAS (inter umpiendo).-Es la misma proposición, señor Cisneros. Usted podría indicar, al propio tiempo que los demás señores senadores..... SR. CISNEROS (interrumpiendo).-Eso tiempo á la discusión y.......

daría más

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-El señor Cisneros propone al Senado que se constituya en seSR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO). --Tiene la pasión permanente hasta el cierre de la legislatura. La

labra el señor Frías.

SR. FRÍAS.-Como cuestión previa, propongo al Senado que se fije de una manera clara y terminante la orden del día. Las sesiones prolongadas, señores se nadores, duran demasiado tiempo; y, con ellas, se abusa de la paciencia de los que tienen que soportarlas. Con esas sesiones, se da lugar á que se deseen acabar pronto los asuntos de mayor interés, sin parar mientes en lo que se discute y se resuelve. Ni que

Presidencia concede la palabra al señor senador que desee usarla sobre esta proposición. (Ningún senador pide la palabra.) No habiéndose solicitado el uso de la palabra, la Presidencia somete á votación la proposición del señor Cisneros. Los señores senadores que estén conformes con ella, lo expresarán en la forma acostumbrada. (Unos cuantos senadores levantan las manos en señal de aprobación; pero el mayor número permane ce sin hacer demostración alguna.) Rechazada la propo

sición del señor Cisneros, se pone á discusión la del señor Frías, que consiste en que se fije de antemano la orden del día, presentándose la lista de los asuntos que han de tratarse.

SR. CABELLO.--Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Cabello.

SR. CABELLO. -No veo la necesidad de fijar la orden del día...... y me parece que basta con dar lectura á la orden del día.

SR. FRÍAS.-Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Frías.

SR. FRÍAS.-Responde á mis deseos la indicación del señor Cabello. Lo que he pedido es un acuerdo del Senado sobre esa orden del día, para que no sea posible modificarlo sin pasar por la revisión.

SR. RECIO.-Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Recio.

SR. RECIO.-Deseo que el señor Cabello me diga si son necesarias ocho ó diez horas de sesión para resolver alguno de los asuntos que él supone señalados en la orden del día. Si en la orden del día existe alguna cuestión que no pueda terminarse en cuatro horas, ¿quiere el señor Cabello que la sesión dure ocho ó diez horas?

SR. CABELLO.-Pido la palabra.

dencia concederá la palabra al señor Cisneros, cuando se haya votado la proposición del señor Frías. Ahora, puede usar de la palabra el señor Sanguily.

SR. SANGUILY.-Si es que se desea hacer algo con todos estos escarceos, lo cierto es que producen el resultado contrario, el de no hacer nada. Entiendo que emplearíamos mucho mejor el tiempo, tratando de cualquiera de esas cuestiones que se dicen importantes, aunque sean cuestiones de acueductos. Hay, además, asuntos de mucha más significación y urgencia que ese que ha propuesto el señor Frías, como por ejemplo, la Ley Electoral......

SR. FRÍAS (interrumpiendo). -Ese tiene dos horas. SR. SANGUILY (continuando).-Y los acuerdos que ha tomado la Cámara sobre puntos de un mensaje del Ejecutivo, que en aquel cuerpo encontraron preferencia; y ya resueltos por la Cámara, deben resolverse también aquí.

Se decía hace poco, que además de esas comunicaciones de la Cámara, sobre acuerdos suyos que respondían á indicaciones del Ejecutivo, había otro asunto, que no indicó el Secretario, porque fué interrumpido por una de las proposiciones que se han presentado. Creo, pues, que perdemos el tiempo, que el Presidente debe ser quien formalmente fije la orden del día, y escoja, en cada ocasión, las materias más impotantes, dentro del cúmulo de asuntos preferentes, que forzosamente tienen que someterse á nuestra reso

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-La tiene lución. el señor Cabello.

SR. CABELLO.-No deseo que la sesión dure ocho ó diez horas. Sólo sé que hay una orden del día, sin que crea que hayan de tratarse hoy, necesariamente, todos los asuntos señalados en esa orden del día. Quiero, simplemente, que el señor Secretario tenga la amabilidad de leer todo lo que se ha dispuesto discutir en esta sesión.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-El señor Secretario dará lectura á la orden del día.

SR. SECRETARIO (RECIO).—(Lee la orden del día). SR. TAMAYO.- Sr. Presidente: pido que se agregue á la orden del día el asunto del acueducto de Santiago de Cuba.

SR. SECRETARIO (FRÍAS).-Hay además una comunicación de la Cámara, que acaba de llegar.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Ya conoce el señor Cabello la orden del día.

SR. FRÍAS.Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO). —La tiene el señor Frías.

SR. FRÍAS.-Pido que se incluyan, en la orden del día, una moción que tengo presentada sobre el acueducto de Cienfuegos, y el dictamen referente al asunto del acueducto de Santiago de Cuba.

SR. CISNEROS. —Sr. Presidente: pido la palabra para proponer que se agregue......

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Bien, señor Cisneros, se agregará lo que usted desee; pero, antes hay que votar la proposición del señor Frías.

SR. FRÍAS.-Sr. Presidente: además de lo que he pedido anteriormente que se agregue á la orden del día, deseo que se haga lo mismo con dos dictámenes que ha presentado la Comisión de Hacienda.

SR. BETANCOURT (PEDRO).-Pido la palabra. SR. PRESIDENTE (ESTEVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Betancourt.

SR. BETANCOURT (PEDRO).-Señores senadores: he sabido que la Comisión de Hacienda ha formulado dictamen sobre una ley de la Cámara que tiene verdadera urgencia. Se trata de la condonación y cancelación de réditos de censos......

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO). -¿El señor Betancourt quiere tener la bondad de hacer su proposición, después que se vote la proposición del señor Frías?

SR. BETANCOURT (PEDRO).-Con mucho gusto, señor Presidente.

SR. PÁRRAGA. -Pido la palabra para una cuestión de orden.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Párraga.

SR. PÁRRAGA.-El Senado acordó dedicar la primera hora de aquellas sesiones en que se dé cuenta de la Ley Electoral, á los asuntos comprendidos en la orden del día, y las dos horas siguientes á la Ley Electoral; y para que deje de cumplirse este acuerdo, es necesario revisarlo. Como esta sesión ha comenzado á las cinco de la tarde, solicito de la Presidencia que ponga en la orden del día todo lo que crea que debe ser primeramente tratado, y que á las seis abra la discusión de la Ley Electoral, consumiéndose en este debate las dos horas acordadas. A las ocho, acordará el Senado otra cosa, si lo cree conveniente; es decir, si se continúa discutiendo la Ley Electoral, ó se pasa á otros asuntos. Si así se hace, nos ajustaremos estrictamente al acuerdo referido.

SR. FRÍAS.-Pido la palabra para modificar mi pro

SR. ZAYAS.Lo mejor será que se agregue á la or- posición. den del día todo lo que está sobre la mesa. SR. SANGUILY. ---Pido la palabra.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Sanguily.

SR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-Tiene la palabra el señor Frías.

SR. FRÍAS.-Señores senadores: nuestros debates deben responder á un fin práctico. Estamos al final de la legislatura, y aun no son leyes aquellas mate rias que ya han sido aprobadas por la Cámara de ReSR. PRESIDENTE (ESTÉVEZ Y ROMERO).-La Presi-presentantes. Es urgente que dentro de la hora se

SR. CISNEROS.-Sr. Presidente: he pedido la palabra antes que el señor Sanguily.

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